La Feria del libro y la Cienciología
Hoy que empieza la Feria del Libro de Madrid y releyendo los comentarios del último post de Sinfonía en los que se menciona a la Iglesia de la Cienciología me ha venido a la memoria una pequeña anécdota que me sucedió hará un par de años y en la que entraron en juego ambos elementos.
[Y no, no es que la Feria tenga algo que ver con la dichosa Cienciología]
Una de las primeras cosas que te dicen cuando publicas un libro es: Hala, maja, ahora tendrás que devanarte la sesera para estampar bonitas dedicatorias en los ejemplares que la gente te ponga delante de la jeta. Y yo, que tengo problemas incluso para dedicarles unas líneas a las personas que quiero, me tiemblan las rodillas cada vez que me veo en ese brete.
[Porque lo único que diría es: Gracias, gracias, gracias... pero habíamos quedado en que yo no era ñoña…]
Esa bonita experiencia alcanza el paroxismo cuando te dan los horarios correspondientes a tus firmas y te dicen que seas puntual y que vayas preparando unas bonitas dedicatorias para tus lectores. Y tú te empiezas a preguntar como podrías agarrar una gripe de las gordas en pleno junio.
[En mi caso tendría la excusa de mi galopante alergia que hace que mi estado sea lamentable nada más traspasar las puertas del Retiro pero mi masoquismo es aún más galopante…]
El caso es que durante una o más jornadas la autora o autor (curioso eufemismo editorial, nunca somos Fulanita o Menganito, somos EL AUTOR, es decir, EL PRODUCTO) se ve obligado a pasar varias horas encerrada/o en una angosta caseta sobre la que el primer sol del verano está golpeando con fuerza durante todo el día y a esbozar una sonrisa de circunstancias hacia todo aquel o aquella que se acerca a ese horno denominado caseta en la que se encuentra atrapada.
[Cómprame un libro, paisa, que lo tengo barato…]
Como una no es la Etxebarría ni lo pretende no tengo que ver cómo se forman largas colas de gente con mis novelas en la mano esperando para que les firme así que el tiempo se me pasa entre conversaciones con mi editor y las visitas que me hacen mis amigos. Hace dos años, en uno de esos ratos muertos, observé cómo un grupito de chicas miraban hacia mi caseta. Al ver que llevaban una cámara profesional, me erguí, saqué pecho y me dije: Arrierita, prepara tu mejor sonrisa que vienen los medios. Mi editor se echó a reír y me dijo: Huy, prepárate…
[No sabía yo de los esfuerzos que tendría que hacer a continuación para no descojonarme]
La que se alzó como portavoz se presentó y a continuación me explicó que era de la Iglesia de la Cienciología y que estaban a punto de abrir una sede en Madrid (si recordáis, el mismísimo Sr. Crucero en persona vino a inaugurarla). Luego me preguntó si me importaba que me grabaran para un vídeo promocional que estaban preparando en el que intercalarían imágenes de las celebridades adeptas a esta sec… digo, filosofía. Como yo no sé decir que no y no veía probable que incluyeran a la Arrierita en un montaje visual junto al Travolta y al Cruise, accedí.
[Y es que mira que me gusta meterme en todos los saraos]
Una vez creyó captada mi atención (que no era más que mi ilimitada curiosidad) la muchacha sacó un bonito libro con muchas fotitos titulado Ronald: El Filántropo. El camino hacia la autoestima y, a continuación, se explayó en la confusión que la corriente ciencióloga causaba en la gente a causa del desconocimiento de sus verdaderas directrices. Este era el motivo por el que llevaban varios días pateándose la Feria, para hablar con los autores, hablarles de su rollo y regalarles el libro de marras para que conocieran la vida y obra de tan insigne señor y pudieran hablar con conocimiento de causa sobre la Cienciología.
[Y mi cara de póquer se iba acartonando más y más y no veía el momento de que se largaran para poder carcajearme a gusto]
Erróneamente, me fingí interesada mientras hojeaba el libro y escuchaba a la muchacha y ella se iba explayando más y más hasta decirme que me pasara por la sede en cuanto estuviera abierta, que tenían un edificio completo para ellos solos por el barrio de las Letras.
[Sinceramente, espero que se sentara porque si no le debieron de doler mucho los pies de esperarme]
Y a mí, que todos estos rollos yanquis de superación y autoayuda (en el que muchos han caído uniéndose a empresas piramidales tipo AmWay o HerbaLife) me produce bastante urticaria, lo único que se me ocurrió decir al verlas marcharse fue: Qué lastima, con lo monas que son y metidas en estas cosas…
[Porque sí, la verdad es que las niñas estaban un rato buenas…]
Por ahí andaré en breve...