Definición de Autenticidad
Dice en mi libro de Trabajo Social con Casos que la autenticidad se define por la congruencia entre lo que se dice y piensa y lo que se hace. Esto, que parece de perogrullo, no lo es tanto, teniendo en cuenta que el personal se tiene por lo más auténtico del mundo, a pesar de que luego la coherencia brille por su ausencia y nos deje al resto con las patas colgando, la cabeza contra el suelo y una majestuosa gota de sudor pendiendo de la sien (vaya por dior, ya me tenía yo que poner en plan hiriente a restregar verdades por la cara. No puedo evitarlo. Será que soy bastante auténtico. O egoísta e inmaduro, que dicen algunos).
Además, dice que la honestidad (bonita palabra, suena bien ¿eh?), la sinceridad (ésta suena casi mejor y se usa cantidubi) con los otros y con nosotros mismos, la conciencia tranquila (uy, esto muchos ni lo conocen), la transparencia (y no se refiere a la moda), la honradez (¿y esto? ¿qué es?) y la claridad (sin ambigüedades) son elementos indispensables para favorecer una comunicación limpia y transparente (ni el mayordomo del algodón) fuera de recelos, miedos, desconfianzas y autodefensas.
Begoña Rojí, una ilustrísima en la materia, expone que la autenticidad consiste en ser uno mismo, en comportarse de manera espontánea y abierta sin necesidad de interpretar un papel. El día que se repartieron los guiones de esta enorme serie que se emite por temporadas en la televisión real yo debía estar fumándome un cigarro con la Rojí en la puerta, completamente ajeno a todo lo que se estaba tramando en el cosmos a mis espaldas y sin mi consentimiento (que quede bien claro).
Esto, según esta mujer, repercute positivamente en el autoconocimiento (eso que no realizan normalmente los individuos por temor a que lo que encuentren no sea lo que de verdad quieren ser o creen ser) y autoexploración (como no sea para masturbarse, no hay tu tía), dando mayor flexibilidad y movilidad a la comunicación (qué ingenua la Rojí, no sabe que para algunos no hay comunicación, sólo una atenta escucha selectiva a lo que quieren oír).
No es que yo o algunas personas que conozco no hayan dicho todo esto antes de que yo llegara a estudiar esta maravillosa asignatura. Pero conservo la esperanza de que, respaldadas por unos estudiosos, estas ideas tengan mayor efecto en la población (eso en el caso de que los individuos incoherentes hayan decidido explorarse a sí mismos tanto como para llegar a leer este post. Probablemente, se hayan perdido en su mundo idílico en cuanto leyeron el título y ahora se encuentren apartándose la pelusilla del hombro y planeando quién será el próximo al que le tocarán las pelotas).
Y todavía hay quiénes me preguntan por qué me metí a estudiar esta carrera a estas alturas de mi vida... De alguna manera tengo que avalar mi mordacidad que, dicho sea de paso, cada día se me antoja más auténtica.