La importancia de una coma

Un blog freak, salvaje y sentimental

16.7.07

La herida

Hace como tres meses salí una noche. Una noche de esas del puente que se convirtieron en un fin de semana a mitad de semana. Una de esas noches, además, en las que yo no tenía pensado salir más allá de las cervezas vespertinas que me estaba tomando. Pero acabé desayunando a las ocho de la mañana en mi sitio habitual con compañía inesperada.
[Siempre tiendo a pensar que una noche de marcha ha sido especial si he llegado a desayunar acompañada. Por una persona o por varias pero acompañada.]

Al día siguiente, mientras me recuperaba de la juerga (resaca y otras consecuencias) descubrí que me había hecho un raspón en el codo. Esas heridas tontas que son tan leves que ni siquiera se les puede calificar de heridas pero que están en un sitio tan estratégico que te pasas el día acordándote de ella con cada roce inesperado. No recordaba cómo ni cuando me la había hecho pero si la tarde anterior no la tenía es que fue producto de esa noche.
[La noche, ese momento que no es sólo cuando acaba el día sino que ofrece siempre tantos caminos por recorrer...]

El pasado sábado también salí. No tenía pensado apurar la noche como otras veces sino que más bien se trataba de un puro trámite con el que pensaba sacar algo en claro (aunque sabía que sólo daría vueltas y más vueltas en el carrusel de las emociones contraídas). Al final la noche se alargó más de lo que yo había previsto pero aún así no acabé desayunando en el sitio habitual acompañada de nadie. A las cuatro de la madrugada di por terminada una noche que albergó entre sus minutos momentos en los que recordar otros que se habían escurrido entre los dedos como agua.
[Y bajo la mirada de la diosa Cibeles me encaminé hacía mi autobús como lo hago siempre aunque no lo sienta ni quiera. Sin mirar atrás.]

Al día siguiente me encontré con que tenía un raspón en el codo. En el mismo codo, en el mismo sitio que aquella otra vez. Una herida leve pero que molesta constantemente por el sitio en el que está. Tampoco recordé cómo ni cuándo me la había hecho. Pero ahí estaba. Como queriéndome recordar algo. Como si tratara de enviarme un mensaje cuyo significado se me escapa.
[¿Quizá que por muy leves que sean las heridas duelen más según dónde te las hagas?]

Un raspón es una herida de segunda categoría. Ni siquiera le prestamos atención. No le echamos agua oxigenada ni le ponemos tiritas. Dejamos que se cure sola aunque nos pasemos unos días viendo las estrellas cada vez que rozamos algo sin querer. Y yo por lo general prefiero una herida al uso, de esas localizadas en un sitio que vemos, que tenemos presente, que cuidamos y preservamos de golpes y roces.
[Las heridas leves son las más traicioneras. Parecen inofensivas pero siempre duelen cuando menos te lo esperas.]

4 Comments:

Anonymous Anónimo dijo...

Las heridas leves son como pasajeros extraños en un tren, se cuelan sin hacer ruido y no molestan, nadie se percata de ellas, aunque sean tan importantes como otras heridas o escuezan. Pero no son escandalosas. Hasta que el revisor las encuentra y les obliga a pagar la multa. Entonces es cuando de verdad cobran importancia.

La existencia está llena de heridas leves que van y vienen, se van y permanecen durante algún tiempo. A pesar de que sean pequeñas enseñan tanto o más que las grandes.

Después de todo el daño siempre es daño, leve o grave, independientemente de la intensidad.

Besazos y betadine a espuertas. Incluso un besillo de esos de "sana, sana" :)

lunes, julio 16, 2007 7:25:00 p. m.  
Blogger LinceMiope dijo...

Me vuelven loca tantas casualidades, coincidencias, señales, mensajes... Al final la vida nunca encaja, nunca encuentras todas las piezas del puzzle, no hay más sentido que el que a ti te parezca.
Te invito a un tequila, con sal y limón, que eso ayuda a cicatrizar la mar de bien;P
Besillos!

martes, julio 17, 2007 8:38:00 p. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

aparte del betadine (te recomiendo el transparente para no parecer una zombie salida de alguna peli de jess franco) te regalo esto:

"si pudiera verme ahora, seguro q se enamoraría de mi, me apuesto lo q sea. me apuesto lo q sea a q si. ¿como podría no hacerlo? miradme. miradme ahora. como estoy. si pudiera verme así: esperándola, horas antes, mucho antes de q llegue, buscando cualquier señal o sonido suyo. vería lo entusiasta q soy. vería la desesperación en mi pecho. si pudiera verme ahora, desde la distancia, sin q yo supiera q me está mirando, me vería tal y como soy. ¿como podría no sentir algo por mí, entonces? algo, o quizá no. quizá eso es..., o sea, a lo mejor las actitudes como ésta provocan repulsión. no se exactamente como funciona pero..., a lo mejor nace un sentimiento de revulsión cuando alguien es demasiado entusista..., demasiado disponible, demasiado dependiente. no lo se. alguna convulsión. no. no, eso no. no es eso. ni siquiera es una palabra, ¿no? convulsionar. si pudiera recordar aquella vez, ¿cuando fue...? aquella vez en knoxvelle cuando estábamos besándonos en el tren, aquel beso largo, largo q nos dimos, despidiéndonos, y de repente el tren empezó a moverse, pero yo no tenía q acompañarla, o sea, esa era la razón por la q nos estábamos despidiendo, porque pensábamos q no nos veríamos durante mucho, mucho tiempo y estábamos concentrados en ese largo..., solo besándonos y besándonos y de repente el tren se estaba moviendo y no había manera de bajarme. árboles y casas desaparecían a toda velocidad. al final me dejaron en la estación siguiente, q estaba a muchas millas de distancia, y allí estaba yo, esperando durante horas el próximo tren de vuelta, o sea, si me hubiera visto entonces, de pie allí, esperando, seguro, seguro q me querría. o sea, como podría no tener algún..., no se. ya no se q es lo q hace q las cosas pasen, esa conexión. si es q alguna vez la hubo".

"el gran sueño del paraiso" sam shepard

besos y abrazos

martes, julio 17, 2007 8:43:00 p. m.  
Blogger Rita The Singer dijo...

Io tengo una igualita igualita en el deo meñique...

viernes, julio 20, 2007 12:39:00 p. m.  

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