Miedo
Hace no mucho tiempo (unos meses quizá, antes de navidad) alguien me dijo que qué pasaba conmigo, que yo escuchaba mucho pero que no soltaba prenda sobre mí. Me sorprendió ese comentario puesto que siempre me he considerado una persona con una total falta de pudor para hablar incluso de las partes más oscuras de mi pasado. Y lo hago como quien comenta la jugada de Beckham en un partido. Con toda naturalidad, sin aspavientos y sin tonos confesionales.
[No puedo evitarlo, el tono confesional nunca me ha gustado. En el fondo cuando lo adoptas es como si te confirieras de un halo que te hiciera especial y yo no lo soy porque me haya pasado esto o aquello.]
Sin embargo luego lo pensé mejor y me di cuenta de que, en cierto modo, era cierto. Ya no hablo tanto de mi pasado o de mis emociones como solía hacer (y de esto JM sabe mucho, no en vano ha sido el paciente espectador de muchas de mis explosiones emocionales). De mi pasado porque, quizá, ya lo tengo bien asimiladito y no me apetece remover una mierda que ya esta fría. De mis emociones porque, supongo, llevo tanto tiempo sin albergarlas que no tendría mucho que decir.
[Es lo que tiene llevar años viviendo sólo conmigo misma. Una se acostumbra a no sentir y a no desear volver a hacerlo.]
Todo el tiempo que he pasado sola lo he empleado en conocerme, en analizarme y analizar, en reflexionar y replantearme todo. Quizá sea por eso por lo que no se me da mal del todo eso de escuchar. Pero también porque he podido tomar distancia de los problemas que antes me afectaban a mí y que ahora les afectan a los demás. La distancia da perspectiva, te hace recordarte a ti misma cuando estabas en ese lugar y lo ves todo con los ojos de un extraño. Tiempo atrás estuviste a ese lado de la línea y ese mismo tiempo te ha colocado en el lado contrario. Y te sorprende darte cuenta de lo mucho que empatizas con las otras personas, de lo bien que sabes por lo que están pasando y te acuerdas de aquellas otras personas que estuvieron en ese lugar, ahora nuevo para ti, escuchándote. Y piensas en lo difícil que a menudo se lo ponías. Es entonces cuando te preguntas qué ocurrirá cuando cruces de nuevo esa línea y abandones la cómoda postura de mera espectadora.
[Un escalofrío recorre la espalda. Se erizan los pelos de la nuca. Las pupilas se dilatan. Un sudor frío comienza a manar por los poros.]
Ahora estoy con un pie a un lado de la línea y el otro en el contrario. Y no sé a dónde tirar. Estoy desconcertada, presa del estupor y la incertidumbre. Recelo y cautela se quedan cortos para definir mi actitud. ¿Y si no pasa nada? ¿Y si me he asustado por nada? O bien, ¿y si me dejo llevar y vuelvo a caer? ¿Y si todo sale mal de nuevo? ¿Y si esta vez no consigo levantarme?
[¿De verdad merece la pena todo este esfuerzo?]
Y lo más curioso de todo es que en todo este juego de preguntas sólo tiene cabida una persona que no es otra que yo misma. Los demás son solo detonantes. La verdadera batalla se libra en el interior y es contra nosotros mismos.
[Y yo tengo tantas corazas que apenas puedo moverme.]
[No puedo evitarlo, el tono confesional nunca me ha gustado. En el fondo cuando lo adoptas es como si te confirieras de un halo que te hiciera especial y yo no lo soy porque me haya pasado esto o aquello.]
Sin embargo luego lo pensé mejor y me di cuenta de que, en cierto modo, era cierto. Ya no hablo tanto de mi pasado o de mis emociones como solía hacer (y de esto JM sabe mucho, no en vano ha sido el paciente espectador de muchas de mis explosiones emocionales). De mi pasado porque, quizá, ya lo tengo bien asimiladito y no me apetece remover una mierda que ya esta fría. De mis emociones porque, supongo, llevo tanto tiempo sin albergarlas que no tendría mucho que decir.
[Es lo que tiene llevar años viviendo sólo conmigo misma. Una se acostumbra a no sentir y a no desear volver a hacerlo.]
Todo el tiempo que he pasado sola lo he empleado en conocerme, en analizarme y analizar, en reflexionar y replantearme todo. Quizá sea por eso por lo que no se me da mal del todo eso de escuchar. Pero también porque he podido tomar distancia de los problemas que antes me afectaban a mí y que ahora les afectan a los demás. La distancia da perspectiva, te hace recordarte a ti misma cuando estabas en ese lugar y lo ves todo con los ojos de un extraño. Tiempo atrás estuviste a ese lado de la línea y ese mismo tiempo te ha colocado en el lado contrario. Y te sorprende darte cuenta de lo mucho que empatizas con las otras personas, de lo bien que sabes por lo que están pasando y te acuerdas de aquellas otras personas que estuvieron en ese lugar, ahora nuevo para ti, escuchándote. Y piensas en lo difícil que a menudo se lo ponías. Es entonces cuando te preguntas qué ocurrirá cuando cruces de nuevo esa línea y abandones la cómoda postura de mera espectadora.
[Un escalofrío recorre la espalda. Se erizan los pelos de la nuca. Las pupilas se dilatan. Un sudor frío comienza a manar por los poros.]
Ahora estoy con un pie a un lado de la línea y el otro en el contrario. Y no sé a dónde tirar. Estoy desconcertada, presa del estupor y la incertidumbre. Recelo y cautela se quedan cortos para definir mi actitud. ¿Y si no pasa nada? ¿Y si me he asustado por nada? O bien, ¿y si me dejo llevar y vuelvo a caer? ¿Y si todo sale mal de nuevo? ¿Y si esta vez no consigo levantarme?
[¿De verdad merece la pena todo este esfuerzo?]
Y lo más curioso de todo es que en todo este juego de preguntas sólo tiene cabida una persona que no es otra que yo misma. Los demás son solo detonantes. La verdadera batalla se libra en el interior y es contra nosotros mismos.
[Y yo tengo tantas corazas que apenas puedo moverme.]
6 Comments:
Marchando una de miedo en mp3.
"¿Yo ya no quiero jugar?"
Enga ya...
Besillos
Fdo: DJ Lincesa
Cruza esa línea arriera, ¡¡crúzala!!, no morirás por hacerlo y es muy posible que vivas( Vivas) más.
Va, vengaaaa
quítate las corazas, q tienen q pesar un huevo....
...y tírate a la piscina, q tiene agua. eso si, tírate de pie (porsiaca) no de cabeza, eso más adelante...
kss y buen fin de semana
No me gusta la frase que utilizas "una se acostumbra a no sentir", quizá porque yo lo he sentido y esa situación es como estar muriendo en vida. Ante tantas preguntas que te haces sólo te diré ¡¡arriésgate!! y si sale mal no te preocupes que volverás a salir como ya lo hiciste anteriormente, cuando naufragas siempre encuentras la playa, siempre tienes la mano amiga de alguien que te ayuda a levantarte, pero ¿por qué te pones en lo peor? Dale una opurtunidad a tu Vida y poco a poco vete quitando esas corazas que te envuelven porque ¡¡SIEMPRE MERECE LA PENA!!
Un abrazo
K.
...escalofrío me ha recorrido a mí de leer letra por letra lo que me pasa en la actualidad, tras tanto nadar y a veces ahogarme para llegar a la orilla no tengo nada claro lo de volverme a arrojar al mar...se está bien descansando en la arena y echando salvavidas a los demás cuando lo necesitan !
Cariño, cada vez que te leo tengo la misma impresión, la misma sensación de saber exactamente lo que estás expresando, como si lo que estuviera leyendo no lo hubiera escrito otra persona, sino yo mismo.
A mí también me dicen eso de que escucho mucho y no suelto prenda sobre mí y la cuestión es que no lo hago de manera consciente, pero me escondo, me oculto y ya no hablo ni expreso tanto. No sé si es bueno o malo o qué, pero es el resultado de haber pasado por determinadas cosas.
Es normal que tengas miedo y es normal que sientas las corazas como un lastre. Lo único que te puedo decir es que la vida, venga como venga, nos traíga lo que nos traíga, está hecha para vivirla. Sin corazas.
Besos.
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