La importancia de una coma

Un blog freak, salvaje y sentimental

31.12.08

Punto final

Cualquier momento debería ser bueno pero a la mayoría de los mortales nos da por hacer balance en días como este. Al fin y al cabo no es más que algo simbólico. Pensamos que quizá nos dé fuerzas para tomar decisiones trascendentales.
[Pero yo hace mucho que dejé de creer en eso.]

También pensamos que el simple gesto de cambiar el gastado calendario del salón por uno nuevo nos sacudirá de encima todo lo malo.
[Como una reconfortante ducha que se lleva toda la suciedad por el desagüe.]

El tiempo transcurrido y la experiencia acumulada a mi espalda me han enseñado que nada de eso es cierto. La mierda se incrusta en el alma echando raices y no hay recambios para piezas tan frágiles y delicadas. El tiempo, la vida y la experiencia me han enseñado muchas cosas, pocas agradables.
[Aunque haya peterpanes que me llamen cría sólo porque su partida de nacimiento es más antigua que la mía.]

He aprendido también que no importa cuánto intentes que las cosas salgan bien porque eso nunca depende de ti. Da igual que trates de ser buena persona, escuchar a tus amigos, ayudar a quien lo necesite o, simplemente, estar ahí por si alguien necesita que le eches una mano. No importa. Los demás ya saben para qué sirves. Porque esa es la clave. Tú no existes, tú no eres, tú sólo sirves para algo.
[Y si se te ocurre decir algo al respecto, dejarás de servir. Y encima te colgarán la etiqueta de insociable, de difícil, de persona incómoda para los intereses ajenos.]

Porque tampoco puedes quejarte. A los demás les da igual cuántas veces hayas estado allí para ellos, cuántas veces hayas escuchado las mismas preguntas, emitido las mismas respuestas, visto correr las mismas lágrimas, externas o internas, de aquellos a quienes considerabas amigos. Tú no puedes hablar más de tres veces de aquello que te preocupa porque agobias, porque lo tuyo no tiene importancia, porque te ahogas en un dedal de agua. Y es que, no lo olvides, las desgracias de los demás son las únicas que importan.
[Las tuyas son prescindibles. Igual que tú. Porque a la hora de la verdad, cuando eres tú quien necesita un hombro ajeno, todos habrán olvidado tu teléfono y el lugar en el que vives. O en el que tratas de sobrevivir, que ya es bastante...]

Estoy cansada de que todo el mundo crea que debo estar ahí cuando me necesitan. Pero estoy aún más cansada de que nadie esté ahí cuando soy yo la que lo necesito. Y que encima tenga que oír en labios de terceros que aquellos a los que se les llenaba la boca hablando de amistad justifiquen su ausencia diciendo que se sienten impotentes, que no saben cómo actuar conmigo.
[Claro. Es que a mí me dieron un manual de instrucciones para actuar con ellos. Por eso no salí corriendo cuando cayó el primero rayo que anunciaba la tormenta.]

He aprendido a lamerme las heridas sola. Porque me di cuenta de que era la mejor opción. Es la lógica consecuencia de haber perdido la libertad de contarle lo que sientes y te preocupa a quien crees tu amigo porque sabes que minimizará y le restará importancia a todo lo que le digas.
[Porque los únicos problemas reales y tangibles, los únicos problemas importantes nunca serán los que tú tienes.]

Y en vista de todo eso, llega el momento en que decides ser consecuente. Dejar atrás lo que duele y centrarte en ti. Igual que hacen los demás. Y que al menos te cuelguen la etiqueta de egoista e insociable con razón. Ya qué puede importar. Si en el fondo estás tan sola como al principio.
[Y siempre lo estarás. Aunque te rodeen multitudes.]

Ha llegado el momento de dejar de utilizar la coma. Ha llegado el momento de poner el punto final.
[.]

1 Comments:

Blogger tortuguita dijo...

Coño. Cuánta razón tienes!!!!!!

Me he sentido muy identificada con tu post, arrierita...

Un abrazo, espero que este año nos traiga oídos ajenos algo más disponibles...

viernes, enero 09, 2009 3:07:00 p. m.  

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