La importancia de una coma

Un blog freak, salvaje y sentimental

16.6.08

La Mujer Invisible

Anoche vi una película titulada “La Mujer Invisible”. Aunque su título pueda llevar a dudas, no se trata de una peli fantástica, de fórmulas mágicas, hechizos o tecnología avanzada, sino que es una muesta más del realismo de nuestros tiempos.

Hay una mujer, que se hace llamar la mujer invisible. Cuando está en reuniones o fiestas siente que nadie la mira, que ningún hombre le presta atención, que la gente puede ver a través de su cuerpo. Entonces, se propone a sí misma destacar y para ello se disfraza de quien no es. La mujer invisible lleva a cabo toda una estrategia de seducción para llamar la atención de un hombre en especial, el mismo que poco antes miraba a través de ella y cuya presencia le resultaba del todo insignificante. Se transforma y hace cosas que no quiere para conseguir lo que quiere. Lo hace por orgullo, más que nada, y cuando lo consigue, cuando logra seducir al hombre en cuestión, se percata de que sus acciones tienen consecuencias y de que el papel de mujer fatal que se ha creado para la ocasión le viene demasiado grande.

“La Mujer Invisible” es una crítica sobre la sociedad actual, en la que las mujeres de más de cuarenta años normalitas, sin un físico espectacular, son ignoradas. No es una gran película pero, sin embargo, a mí se me antoja una historia a la que se le puede sacar mucho partido. En realidad, hoy en día, tal y como funciona el mundo de las relaciones, no hace falta tener más de cuarenta años y ser del montón para ser del todo invisible. La ceguera es un hecho más que extendido, sobre todo cuando la mayoría del personal parece tener muy claro que no tiene nada claro, y por eso sus ojos no se posan en nadie y se posan en todos sin detenerse ni un segundo más de lo debido. La multitud escruta a la multitud, pero nunca consigue ver nada. Y si logran ver algo, no se detienen a descubrir si es de verdad o es una de las máscaras que se usan para destacar, uno de esos papeles inventados y avalados por un físico espectacular, una indumentaria bien cuidada, un perfume caro y toneladas de maquillaje que ocultan la parte más oscura y, por ende, la más real.

Es curioso que para dejar de ser invisibles tengamos que acudir a disfraces, como el fantasma que se pone la sábana para que su voz provenga de algún sitio. Es curioso que sólo llame la atención aquello que no es real, que está trastocado, que está adulterado. Es curioso que todos andemos en una incesante búsqueda del amor, de la persona ideal, de la media naranja, pero nunca prestemos atención a lo que llega sin dobles sentidos, a lo que es claro, a lo que es pura piel sin tapujos (si acaso algún lunar o alguna cicatriz). Los bailes de máscaras son nuestra fiesta favorita y el que se la quite, aunque sea para tomar un sorbo de agua, queda descalificado.

Hay una frase en la peli que me ha gustado especialmente. Decía uno de los personajes que es realmente sencillo andar por la vida creyendo que no nos merecemos nada, que lo verdaderamente difícil es ser conscientes de que merecemos cosas que puede que no nos lleguen a dar.

La Mujer Invisible de la película no es la única cuyo cuerpo parece etéreo hoy en día. Yo conozco a muchísima gente que parece ser invisible y que, además, deambulan por el camino difícil, porque son conscientes de que merecen más de lo que nunca les llegan a dar. Ellos son como son, no usan disfraces, no asisten a bailes de máscaras (por lo que son descalificados) y caminan por la vida sin que nadie les mire como se merecen. Sin embargo, yo no les aconsejaría que se prestaran al juego de seducción y estrategia para llamar la atención y pretendieran ser quiénes, en realidad, no son. Porque las únicas personas que les interesan a ellos son aquéllas que pueden verlos, las que miran, no ven sólo aire y descubren.

Las que de verdad pueden ver.