La importancia de una coma

Un blog freak, salvaje y sentimental

31.7.07

SuperMarica al Rescate

El otro día, a la hora de comer (y es que ni comer le dejan a uno ya) casi se me atragantan los macarrones debido a una conversación surgida de la nada. Yo estaba perdido en mis propias divagaciones y en una de esas ocasiones en las que uno vuelve a conectarse a la realidad para no perder demasiado el contacto con la tierra firme escuché un trozo de charla que concretamente versaba sobre las parejas homosexuales.

Obvia decir que la conversación era mantenida por heterosexuales, esos seres de otro mundo, quienes se sentían sumamente preocupados por conocer quien hacía de hombre y quien de mujer en una pareja homo. Imagino que el tema no les dejaba dormir por las noches o algo así y por eso lo tenían que extirpar de sus más altas preocupaciones, solamente comparable a las de “qué sentido tiene mi vida” y a “quiénes somos, de dónde venimos, a dónde vamos”.

(Suspiro). Como digo, no me dejan ni alimentarme en paz. La verdad es que, aparte de la indigestión, tuve que hacer gala de mi bandera por la causa gay. Me volví a colocar el traje de SuperMarica, que siempre llevo a mano, dispuesto a luchar por una propósito frustrante y que nunca parece dar frutos porque la sensación de uno enfrentándose a un millón es tarea poco reconfortante.

Argumenté, claro, clamando con los ojos al cielo para que San Palomo Cojo se apiadara de mí. Veamos, si tenemos una pareja de dos hombres o de dos mujeres... ¿por qué narices uno de los dos miembros tiene que asumir un rol distinto al de su género? ¿No puede ser que los dos sean hombres o mujeres? ¿Tenemos que heterosexualizar la pareja gay para que sea normal o menos rara para aquellos que todavía no conciben que dos del mismo sexo puedan tener una relación plena y satisfactoria? Venga, voy a hacer los cálculos por si acaso me he equivocado en algún momento:

1 hombre + 1 hombre = 2 hombres.
1 mujer + 1 mujer = 2 mujeres.
1 hombre + 1 mujer = un hombre y una mujer
Muy bien, se ve que Barrio Sésamo a mí sí me enseñó a sumar.

Y es que, SuperMarica tiene mucho genio y finalmente acabó meneando la cabeza de un lado a otro mientras una de las comensales afirmaba que no había hecho esa pregunta con maldad, que se trataba de ignorancia, mientras que otro le acusaba de ser demasiado intransigente “¿es que no se puede preguntar nada?”. Nos ha jodido. Y a mí que me dieron ganas de hacer preguntas también, pero por el estado de salud de sus respectivas madres, vaya... SuperMarica es fuerte, es implacable, trata de aleccionar a la población. Pero no bastará mientras existan unos medios de comunicación y una educación transmitida de generación en generación que siembra las mismas ideas equivocadas y que, además, otorgan a los heteros la falsa impresión de que tienen derecho a hacer las preguntas más inverosímiles del mundo aun a costa de insultar la inteligencia o la dignidad de esos lejanos maricas y bolleras pertenecientes a otra galaxia. SuperMarica se cansa, se indigna, se hastía, se lleva un mal rato. Ojalá pudiera ser como esas otras personas que pasan por alto estos comentarios y se ríen interiormente. Pero es que a mí, al contrario de lo que pueda parecer, no me parece divertido en absoluto.

Sobre todo porque luego llego a casa, pongo la televisión y lo primero que me encuentro es un crío de ocho años contando un chiste sobre mariquitas y perder aceite. Y no olvidemos aquella gran conclusión en el informativo de Antena 3 para cerrar una noticia sobre el consumismo del público gay en pleno día postorgullo: “Porque ser gay es más que un estilo de vida”. Ea, con un par de huevos (y un par de ovarios apareados, of course, no podía ser de otra manera).


Cuánto trabajo para SuperMarica...

24.7.07

Semillas

De vez en cuando me invade la emoción por la jardinería. Siembro casi cualquier cosa que pillo, da igual que no sea el momento, que requiera un sustrato específico o que el resto de condiciones no acompañen. Yo siembro con todo mi amor. Y espero. Porque, seamos sinceros, esperar es una de las cosas que mejor hago.
Mi fallo suele ser el riego. Es tan difícil saber qué cantidad exacta de agua y nutrientes requiere cada especie... Una vez me dijeron que la mayor parte de las plantas (de interior) que mueren lo hacen por exceso de riego. Desde entonces peco más por defecto que por exceso. Aún intento reformarme.

A veces pienso que las relaciones nacen de semillas invisibles que todos llevamos en los bolsillos. Casi sin darnos cuenta las vamos sembrando a nuestro paso. Algunas son de rápido crecimiento y brotan inmediatamente, dando en muy poco tiempo grandes sombras en las que nos encanta cobijarnos. Las hay que crecen más despacio pero forman una madera de muy buena calidad. También hay algunas que nunca terminan de arrancar y siguen siendo plántulas eternamente. Otras ni siquiera brotan. A veces nacen malas hierbas y te toca arrancarlas, pero si no lo haces de raiz alguna te acaba perforando el pozo (o la piscina, o las tuberías del baño). Éstas no tienen nada que ver con la relación tipo cactus, que cuanto menos la riegas más crece (pero en cualquier momento te pincha si te acercas mucho). Me gustan los cactus. No siempre apreciamos más a las plantas que requieren muchos cuidados y atenciones.

Algunas plantas se acaban convirtiendo en drogas, otras son curativas, relajantes, otras simplemente adornan. Es difícil saber qué plantas elegir y cómo cultivarlas, pero cuando dan su fruto ves que ha merecido la pena. Cuando se secan sólo puedes lamentarte y pensar que no debes cometer ese fallo otra vez. He perdido mucho tiempo esperando que renaciera una planta que yo misma segué y seguramente si escarbara encontraría las raices muertas. No dejéis nunca de regar vuestras semillas invisibles.


Es fantástico encontrar una palmera en el desierto.

16.7.07

La herida

Hace como tres meses salí una noche. Una noche de esas del puente que se convirtieron en un fin de semana a mitad de semana. Una de esas noches, además, en las que yo no tenía pensado salir más allá de las cervezas vespertinas que me estaba tomando. Pero acabé desayunando a las ocho de la mañana en mi sitio habitual con compañía inesperada.
[Siempre tiendo a pensar que una noche de marcha ha sido especial si he llegado a desayunar acompañada. Por una persona o por varias pero acompañada.]

Al día siguiente, mientras me recuperaba de la juerga (resaca y otras consecuencias) descubrí que me había hecho un raspón en el codo. Esas heridas tontas que son tan leves que ni siquiera se les puede calificar de heridas pero que están en un sitio tan estratégico que te pasas el día acordándote de ella con cada roce inesperado. No recordaba cómo ni cuando me la había hecho pero si la tarde anterior no la tenía es que fue producto de esa noche.
[La noche, ese momento que no es sólo cuando acaba el día sino que ofrece siempre tantos caminos por recorrer...]

El pasado sábado también salí. No tenía pensado apurar la noche como otras veces sino que más bien se trataba de un puro trámite con el que pensaba sacar algo en claro (aunque sabía que sólo daría vueltas y más vueltas en el carrusel de las emociones contraídas). Al final la noche se alargó más de lo que yo había previsto pero aún así no acabé desayunando en el sitio habitual acompañada de nadie. A las cuatro de la madrugada di por terminada una noche que albergó entre sus minutos momentos en los que recordar otros que se habían escurrido entre los dedos como agua.
[Y bajo la mirada de la diosa Cibeles me encaminé hacía mi autobús como lo hago siempre aunque no lo sienta ni quiera. Sin mirar atrás.]

Al día siguiente me encontré con que tenía un raspón en el codo. En el mismo codo, en el mismo sitio que aquella otra vez. Una herida leve pero que molesta constantemente por el sitio en el que está. Tampoco recordé cómo ni cuándo me la había hecho. Pero ahí estaba. Como queriéndome recordar algo. Como si tratara de enviarme un mensaje cuyo significado se me escapa.
[¿Quizá que por muy leves que sean las heridas duelen más según dónde te las hagas?]

Un raspón es una herida de segunda categoría. Ni siquiera le prestamos atención. No le echamos agua oxigenada ni le ponemos tiritas. Dejamos que se cure sola aunque nos pasemos unos días viendo las estrellas cada vez que rozamos algo sin querer. Y yo por lo general prefiero una herida al uso, de esas localizadas en un sitio que vemos, que tenemos presente, que cuidamos y preservamos de golpes y roces.
[Las heridas leves son las más traicioneras. Parecen inofensivas pero siempre duelen cuando menos te lo esperas.]

8.7.07

vacaciones

no sé pq, pero la calma chicha estival siempre me trae a la memoria mi infancia. los ratos ganados y los perdidos, las reflexiones sobre mi futuro y el de los q me rodeaban, las lecturas en el sofá sudando, el cine de verano, las terrazas y las palmas a los camareros, las pasarelas con el traje recién estrenado por la calle principal del pueblo y la gente observándote (a ti y a tu futuro)...pero sobre todo las vacaciones (q no eran realmente vacaciones), las siestas de una tarde entera (y a las q ahora me estoy volviendo bastante aficionada...quien me lo iba a decir) y la sensación de no pintar demasiado en mi entorno (si en el familiar, por supuesto, pero no en mi núcleo de amigos primeros....afortunadamente, luego fueron apareciendo los de verdad q están ahí y q lo hagan por los siglos de los siglos...amén).

por cierto, el otro día entré en una iglesia. cuando quiero recordar a mi familia entro en una de ellas, en cualquiera, pq todas tienen el mismo olor, la misma quietud (siempre q no esté el cura of course), el silencio solo roto por una señora de la limpieza q barre el suelo (como en las películas) y una cruz. en cualquier iglesia del mundo está mi familia, mi madre llevándome de la mano a misa de 12 (o de 7, según tuviésemos q hacer el domingo en cuestión), a mi tía soltera con sus ojos de niña indefensa pero fuerte llamándome princesa (fue la primera y hasta antesdeayer q hablé con ella por teléfono me lo sigue repitiendo como un abrazo).

es extraño todo esto pq yo soy cristiana, pero no católica (me abruma tanta falsedad e hipocresía) pero sé q allí siempre estará mi familia...y yo misma, cuando en uno de sus bancos, con pocos años y algo punzante, escribía mi nombre y el de un niño q me gustaba....es gracioso pq después los niños desaparecieron del mapa y dieron paso a las mujeres y sus circunstancias o a amores perfectos en mi cabeza, aunque nunca renegaré de esas inscripciones :-).

mi infancia de vacaciones fue la de una niña adulta ayudando a sus padres a currar, por eso cuando empecé a hacerlo por cuenta ajena (o iba con la facultad) y viajaba a todos los destinos me sentía mal, pensaba q igual me necesitaban y yo estaba por ahí viendo santa maria della salute desde un vaporetto (un poner) o al david de miguel ángel después de una gran resaca (diosssssss, q impresión) tan pancha y ellos no. en fin, paranoias ahora, de una tarde de verano.

voy a ver si me duermo un rato....volvemos a recuperar las costumbres :-)

besos y abrazos

pd: mensaje para la dj lincesa, ponme "vacaciones" de carlos berlanga plis...+ besos para ti y tus vinilos virtuales....

3.7.07

Deseos

Diar gueis, diar lisbians, diar trans, diar coma... (buah, qué nivel, ni en Osfords, oye).

Esto... ¿no puedo empezar en inglés o qué? Dejad de abucheadme. Hay que ser internacionales, cariños. A estudiar a casa, venga (movimiento ondeante de mi melena rubia de bote a modo de desprecio). ¿O mejor promocionamos la tortilla y el chorizo del pueblo, símbolos inequívocos de nuestra España?

Es mi estreno en la coma (ay, qué nervios, qué digo, qué hago, qué me pongo...). Vale. Soltaré lo primero que se me venga a la cabeza.

Me gusta mirar a los ojos y encontrar.

¿Qué se puede hallar en los ojos de las personas? Uy, pues gran cantidad de cosas. Eso tiene que descubrirlo uno mismo buceando. Por suerte o por desgracia, el Polinene (o la Polinena con perilla, como prefieran sus majestades) tiene esa extraña facultad reseñada por la Lincesa a las seis de la mañana del sábado noche de ser extremadamente perceptivo. O sensitivo. O sensible. O místico. O trascendental. Según cada uno.

Los ojos de la gente que he visto este fin de semana en Madrid eran un hervidero. Había ilusión, ternura, alegría, ganas de comerse el mundo (y mira que hay que tener ganas, teniendo en cuenta que, en ocasiones, resulta un asco), alborozo, tortilla y chorizo del pueblo, sueños utópicos, ansias por obtener una vida bella (aunque ésta no sea fácil), nostalgia de una vida nunca vivida pero deseada, Libertad, indignación, optimismo, vitalidad, visibilidad, curiosidad, rabia contenida y esperanza, esperanza a raudales.

Eso es lo que nos une a todos. No sólo a gays, lesbianas, bisexuales y transexuales. Las miradas cargadas de deseos son propias de todo aquel que conserva algún resquicio del ser humano que fue al nacer. Aquella inocencia, el ñoñismo, la capacidad para soñar y para luchar con el único objetivo de ser mejores personas y, por ende, construir un mundo definitivamente mejor.

Llegué a Madrid con una maleta cargada de ropa. He vuelto con una maleta cargada de ropa. Pero además, al deshacerla, entre camisetas y pantalones, he descubierto sensaciones, risas, condones que puede que nunca llegue a usar (la fecha de caducidad es octubre de 2008, ¿quién sabe? Cosas más raras se han visto...), abrazos, besos, gestos que se esfuerzan por permanecer anclados en la memoria (no olvidaré cierto amago de felación agridulce), promesas alentadoras (tarea pendiente: convencer a alguien de que el amor existe), roces de manos, ñoñerías con unas copas de más y entre caras expectantes, palabras importantes (de esas que no se llevan el viento), intuiciones, miradas chulescas bailando el I Will Survive, caricias en la cabeza, comprensión, cariño, conexiones, excitación, emoción y, sobre todo, deseos. Todos los que he recogido de vuestros ojos.

Ya os he dicho que me gusta mirar a los ojos y encontrar.

Ojalá pudiera transformarme en el genio de la lámpara, aunque sólo fuera por un día y haceros un poco más felices.

Diar gueis, diar lisbians, diar trans, diar coma... queda inaugurada la nube rosa de este cielo.

1.7.07

Ampliando la familia

Madrugada del 29 de junio (que no era San Fermín). Reencuentro de (casi) todas las Polinenas y algunos allegados:

-¡¡¡Yo quiero ser polinena!!!-exclamó un jovenzuelo con perilla.

Para nosotras no era un problema que tuviera cola, así que nos miramos entre nosotras y observamos que sus ojos tenían la misma mirada que los nuestros.

-Y este chico tan majo, ¿quién es? ¿teneis referencias?

-Sí, me encanta que me pinche con su barba en la espalda, además ya he dormido con él y me trató muy bien...

-A mí me parece fenomenal, ya sabéis que le conozco hace ya tiempo y es un amor...

Volvimos a mirarnos:

-Pero ¿nos seguiremos llamando Polinenas o lo tendremos que cambiar a Polinenes?

-¡Pero qué coño! Somos mayoría de mujeres y utilizamos el plural de la mayoría. Además, todas somos muy mariconas...

-¡¡¡Que no, que no!!! ¡¡¡Que yo quiero ser Polinena, no Polinene!!!

-Por mí perfecto. ¡Admitido!

-¡Ea! Pues Polinena...

-Amén.

Y así fue...